domingo, 8 de abril de 2007

Demasiado temprano, para dormir

Son las 12:37am y aun no deseo dormir, pero como siempre el sueño logra vencerme. Estaba leyendo una Historia de la Filosofía, justo en el capitulo de Baruch de Spinoza, mis parpados empezaron a cerrarse y nada pude hacer para evitarlo. Es así como en medio de mi duermevela dejo de leer sobre el Sr. Spinoza, y empiezo a oír extraños campanazos y ver helados por una extraña razón que nunca entenderé. Intento despertarme moviendo el pie derecho, un técnica que siempre utilizo para sacudirme el sueño, cuando ya estoy tan vencido que mas de esto no puedo hacer. Fue así como recupere la suficiente conciencia de mi batalla contra el sueño y levantándome de un solo sopetón logre recordar mi absurdo sueño en donde el Sr.Spinoza era reemplazado por campanas y helados, creando así un panteísmo dulzon.

Soñar es algo extraño, al menos cuando logro recordarlo. Pero odio, acostarme tantas horas y sentir como si fuese un solo instante, no poder recordar ni 5 minutos de sueño. Es decir hagamos cálculos; si vivimos 70 años, los cuales son la increíblemente poca cantidad de 613.200 horas y dormimos un promedio de 10 a 6 hrs diarias, con una media de 8 hrs diarias, digamos. Ocho horas de sueño diarias en 70 años son 204.400 hrs de sueño—sin contar las horas de zombieficaciòn frente a la televisión, en la escuela, la universidad, el trabajo y haciendo filas en bancos. —, lo cual dividido por 613.200 horas vivas—ya sean dormidas o despierto—nos da una total de tres. Esto quiere decir, ¡que un espantoso tercio de nuestras vidas nos la pasamos dormidos!—sin sumarle las valiosas horas que malgastamos en televisión, escuela, banco—es absurdamente corta la vida y ni cuenta nos damos.

Ahora el reloj marca las 12:51 am, casi la una de la madrugada. Hace muchas horas, recuerdo haberle oído a mi pediatra y a mi madre que cuando era un bebe, dormía casi todo el día, unas 20 hrs o algo así, no se, no soy mamà, ni pediatra, lo que si se es que cuando viejo acostumbras a despertarte mas temprano como temiendo que la muerte llegue de repente y se burle de vos llevándosete la vida mientras dormís—con sus dos tercios despiertos y un tercio dormido, sin contar propagandas, noticias inútiles, trafico vehicular eterno, y el fastidioso transporte publico—. Así es mi abuelo, a eso de las 4am ya esta dando ‘lora’, prende su vieja radio, escucha canciones viejísimas de esas que al oírlas ves imágenes a blanco y negro, o colores ocres, cual cubiertas de un grisácea capa de polvo, que comparadas con las bicentenarias sinfonías de Beethoven, las de mi abuelo tiene su sabor añejo amargo, mientras Ludwig aun conserva su novedad. A eso de las 8 am se despierta mi mamà, no se a que diablos, pero siempre hay algo que hacer en una casa de familia que se respete. Hay que limpiar, cocinar, planchar, cocer, jabonar, preparar, tostar, organizar, secar, lavar, trapear, barrer, colgar, encerar, desempolvar, todo para volverla a ensuciar de nuevo. Pero así es. Y no hay buena despertada en mi familia sin el sermón del cura X o Y, del canal 5, o del 10. Para evadirle la rutina a mi abuelo al que huye al sueño como yo, y a mi madre la que se despierta a hacer miles de cosas en una casa de mil metros cuadrados. Y es por ese temor de mi abuelo al sueño, y esa compulsión de mi madre quemar todas sus horas que cree un método en vacaciones, para así tener más horas y poder hacer lo que quiera con ellas. El método no es complicado, pero es una maravilla para ahorrarme tiempo; me acuesto a las 3am, logro conciliar el sueño a eso de las 4am, me despierto unas 6 o 7 horas después, ¡que importa! Son vacaciones. Y con esto, si usted es un genio para las matemáticas sabrá que me despierto entre las 10 y 11 am, justo para el almuerzo ¡Ja! Y eh ahí mi victoria, lográndome escapar del aseo matutino, de la joda mañanera, pero no del almuercito vespertino, tan necesario para mi día que apenas comienza.

Entonces es muy fácil empezar el día. Me levanto, me quito las inevitables lagañas. Bajo las escaleras, almuerzo, subo de nuevo, me baño, y en menos de una hora—siendo las 12pm—estoy bien despierto, cojo el libro que me estaba leyendo hace pocas horas, o el que vaya a comenzar hoy, y empiezo a leer. A veces para descansar paro, charlo con mis abuelos, porque creo que les quedan menos horas, e intento compartir todas las horas que pueda con ellos pero ¡bah! Ni mis 210.240 horas de vida, que he reunido en 20 años, serian suficientes para compartir con ellos. Entonces vuelvo y retomo la lectura, obvio tengo que comer, tomar agua, cagar, de vez en cuando salir, hablar con uno que otro amigo y con mi novia, acompañar a mi madre, ya entendieron la idea.

Lo peor es cuando vuelvo a la universidad. Hay días en los que me toca estar desde las 7am, hasta las 5:30 o 6pm en la universidad, se me va todo el día y no hice nada, ni dormí, ni leí, ni cague, tal vez comí, pero no aprendí nada. Entonces es cuando estoy en esas clases de ‘relleno’ que no diferencio de ‘las mas importante’, cuando entre los omnipresentes “blah blah blah, bla bla bla”, de los estupidos profesores me doy cuenta que no estoy poniendo atención, estoy garabateando algo en el cuaderno, pensando que podría estar leyendo, cagando, haciéndole el amor a mi novia, y hasta durmiendo—preferiblemente—que escuchar palabras vacuas, y es ahí cuando cual iluminado boddhisattva y transubstanciado por el verbo “blah”, me doy cuenta que las palabras se unen en un omnipresente, panoptico y holofonico “¡BLA!”. El cual se perpetúa en la negrura de mis sueños y se resiste a desaparecer mientras estoy despierto, viéndolo en los miles de colorcitos y luces de la pantalla del televisor. Es así se combina, el inmortal ¡bla! con cada uno de los colores perceptibles por el ojo, formando un negro imposible de evitar, cierro los ojos y ahí estas ¡Bla! Oigo palabras que en tu idioma “bla” significa negro, “blah” nigrum y “blabla” nigérrimo, mientras espero que venga la muerte negra, como la incambiable tinta negra de estas palabras, imperecederas como el azul del cielo, el mismo azul que veían hace 15mil años junto a las terracotas areniscas silíceas, de las cuevas de Altamira. Mis hermanos de roja sangre, de armas ¿colores o letras que mas da? Arte es arte, toda es inmortal.

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